En mi diario vivir, junto a mis pequeños retoños y luchando por llegar a ser mejor persona,mejor mujer, mejor madre, me encuentro con tantas enseñanzas y oportunidades para ser mejor. Muchas veces ante esas oportunidades siento que triunfo, pero otras, exploto, porque simplemente no se como superarlas. Esas oportunidades son sencillos eventos o "pruebas" si así quieres llamarles, para mí son RETOS.
Pero día a día y a pesar de todo, siento que mi deber como MAMÁ REAL, es hacerlo todo con amor, con amor para ellos, para mi, para el mundo que me rodea. Es por eso que al encontrarme con este maravilloso relato , casi una confesión (que andaba rodando en Facebook), encuentro en cada palabra el amor enternecido que acoge el recuerdo de mis pequeños bebes..... pues ya han crecido, y crecerán imparables, para algún día, generar amor hacia otros seres, sus pequeños seres.
Por ahora te quiero compartir a ti, una Mamá Real, como yo, y como muchas de las que habitamos y vivimos con amor pleno.... Sé que te identificarás como yo.
Si te has identificado como yo, y quizá alguna lágrima rodó por tu mejilla (yo no dejaba de chillar), deja tu comentario y tu aporte, lo agradeceré con mi corazón.
Pero día a día y a pesar de todo, siento que mi deber como MAMÁ REAL, es hacerlo todo con amor, con amor para ellos, para mi, para el mundo que me rodea. Es por eso que al encontrarme con este maravilloso relato , casi una confesión (que andaba rodando en Facebook), encuentro en cada palabra el amor enternecido que acoge el recuerdo de mis pequeños bebes..... pues ya han crecido, y crecerán imparables, para algún día, generar amor hacia otros seres, sus pequeños seres.
Por ahora te quiero compartir a ti, una Mamá Real, como yo, y como muchas de las que habitamos y vivimos con amor pleno.... Sé que te identificarás como yo.
LOS NIÑOS OLVIDARÁN...
El tiempo, poco a poco, me liberará de la extenuante fatiga de tener hijos pequeños. De las noches sin dormir y de los días sin reposo.
De las manos gorditas que sin parar me agarran, me escalan por mi espalda, me cogen, me rebuscan sin restricciones ni vacilaciones. Del peso que llena mis brazos y dobla mi espalda. De las voces que me llaman y no permiten retrasos, esperas, ni vacilaciones.
El tiempo me devolverá el ocio vacío de los domingos y las llamadas sin interrupciones, el privilegio y el miedo a la soledad. Aligerará, tal vez, el peso de la responsabilidad que a veces me oprime el diafragma.
El tiempo, sin embargo, inexorablemente enfriará otra vez mi cama, que ahora está cálida de cuerpos pequeños y respiros rápidos. Vaciará los ojos de mis hijos, que ahora desbordan de un amor poderoso e incontenible.
Quitará desde sus labios mi nombre gritado y cantado, llorado y pronunciado cien, mil veces al día. Cancelará, poco a poco o de repente, la familiaridad de su piel con la mía, la confianza absoluta que nos hace un cuerpo único. Con el mismo olor, acostumbrados a mezclar nuestros estados de ánimo, el espacio, el aire que respiramos.
Llegarán a separarnos para siempre el pudor, la vergüenza y el prejuicio. La conciencia adulta de nuestras diferencias.
Como un río qué escava su cauce, el tiempo peligrará la confianza que sus ojos tienen ante mi, como ser omnipotente. Capaz de parar el viento y calmar el mar. Arreglar lo inarreglable y sanar lo insanable.
Dejarán de pedirme ayuda, porque ya no creerán que yo pueda en ningún caso salvarlos.
Pararán de imitarme, porque no querrán parecerse demasiado a mi. Dejarán de preferir mi compañía respecto a la de los demás (y ojo, esto tiene que suceder! )
Se difuminarán las pasiones, las rabietas y los celos, el amor y el miedo. Se apagarán los ecos de las risas y de las canciones, las nannas y los Había una vez… acabarán de resonar en la oscuridad.
Con el pasar del tiempo, mis hijos descubrirán que tengo muchos defectos y, si tendré suerte, me perdonarán alguno.
Sabio y cínico, el tiempo traerá consigo el oblío.
Olvidarán, aunque yo no lo haré. Las cosquillas y los “corre corre” , los besos en los párpados y los llantos que de repente paran con un abrazo. Los viajes y los juegos, las caminatas y la fiebre alta. Los bailes, las tartas, las caricias mientras nos dormimos despacio.
Mis hijos olvidarán que les he amamantado, mecidos durante horas, llevado en brazos y de la mano. Que les he dado de comer y consolado, levantado después de cien caídas. Olvidarán que han dormido sobre mi pecho de día y de noche, que hubo un tiempo en que me han necesitado tanto, como el aire que respiran.
Olvidarán, porque esto es lo que hacen los hijos, porque ésto es lo que el tiempo elige.
Y yo, yo tendré que aprender a recordarlo todo también para ellos, con ternura y sin arrepentimiento, ¡gratuitamente! y que el tiempo, astuto e indiferente, sea amable con esta madre que no quiere olvidar.
Fuente: TeAdoré
Si te has identificado como yo, y quizá alguna lágrima rodó por tu mejilla (yo no dejaba de chillar), deja tu comentario y tu aporte, lo agradeceré con mi corazón.
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